viernes, 2 de mayo de 2014
DAIANA y NUESTROS HIJOS
El día que nos enteramos de lo que pasó a Daiana, fue un momento difícil para todos nosotros. Más allá que nuestros "mapas personales" puedan llevarnos por distintos caminos, hay cosas de la vida que hacen que la pavada tome la dimensión de lo que es (una pavada) y nos hagan dimensionar lo verdaderamente importante. Y lo importante es -precisamente- la vida misma.
Por eso es que apoyamos la lucha de los padres, la de Alejandro, Lorena, Aldana y todos sus seres queridos.
Porque no podemos quedarnos indiferentes cuando "lo importante" (la vida) queda de lado. No sabemos si podemos cambiar el mundo, pero al menos en "nuestro pequeña parte del mundo" podemos hacer una diferencia.
Tenemos la obligación como bahienses de dejarle a nuestros hijos una ciudad en donde puedan vivir, en donde puedan jugar, en donde puedan tener una existencia plena sin miedos a ser lastimados o encontrarse con la muerte. Y como "el pueblo no delibera ni gobierna", tenemos la obligación de exigirles a nuestros representantes que se pongan al frente de esa idea, y que actúen en consecuencia.
Por eso a Daiana, esta hermosa "jeeperita", podemos recordarla con una sonrisa, pero luego hay que ponerse serio en el pedido de justicia. Luchar, exigir, insistir y no olvidar.
No es egoísta decir que no es sólo por ella: también es por nuestros hijos.
Por eso es que apoyamos la lucha de los padres, la de Alejandro, Lorena, Aldana y todos sus seres queridos.
Porque no podemos quedarnos indiferentes cuando "lo importante" (la vida) queda de lado. No sabemos si podemos cambiar el mundo, pero al menos en "nuestro pequeña parte del mundo" podemos hacer una diferencia.
Tenemos la obligación como bahienses de dejarle a nuestros hijos una ciudad en donde puedan vivir, en donde puedan jugar, en donde puedan tener una existencia plena sin miedos a ser lastimados o encontrarse con la muerte. Y como "el pueblo no delibera ni gobierna", tenemos la obligación de exigirles a nuestros representantes que se pongan al frente de esa idea, y que actúen en consecuencia.
Por eso a Daiana, esta hermosa "jeeperita", podemos recordarla con una sonrisa, pero luego hay que ponerse serio en el pedido de justicia. Luchar, exigir, insistir y no olvidar.
No es egoísta decir que no es sólo por ella: también es por nuestros hijos.
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